La Gran Manzana entre el Montjuïc y el Tibidabo, entre el Mont Carmel y el mar Mediterráneo.
¿Cuántos idiomas se hablan al mismo tiempo en Barcelona?
Una escuela oferta clases en "totes les llengües del món". Un amigo vallisoletano, que ahora trabaja en Barcelona corrigiendo un diccionario de catalán y está escribiendo una novela en esta lengua, comenta que sus compañeros de posgrado, durante una investigación sobre el número de idiomas que se hablaban en la Ciudad Condal hace unos años, descubrieron a dos hablantes de arameo -lengua que se creía extinta- en una panadería árabe del Raval.
En un sábado cualquiera de marzo, los chinos venden bisutería, los paquistaníes regentan tiendas de comida en las que consigues el té inglés que mi amiga británica solía traer en la maleta para curar sus ataques de nostalgia, los indios te ofertan relojes y móviles en la Barceloneta, un grupo de músicos africanos afincados en Barcelona se sacan fotos en la orilla del mar, los barceloneses inventan el diseño y los argentinos se vuelven barceloneses.
Durante esa misma mañana, el Gobierno francés promociona el turismo en la Plaça de la Universitat, a la salida del metro un chico con aspecto de gigoló farfulla en el único español que conoce "¿Casa Batlló?", un argentino canta tangos en la abarrotada Plaça de la Catedral, cuatro guías turísticos describen en cuatro idiomas distintos la arquitectura de la catedral y un alemán, en la Plaça de Sant Felip Neri, detalla a lo largo de una hora, no sólo que los huecos en las piedras fueron causados por las balas que fusilaban a los republicanos, sino también varias epopeyas de la Guerra civil española.
¿Es la Gran Manzana a orillas del Mediterráneo? ¿O una fabulosa Torre de Babel en la que decenas de universos dispares conviven y, a ratos, entremezclan alegremente los cuerpos?
¿Cuántos idiomas se hablan al mismo tiempo en Barcelona?
Una escuela oferta clases en "totes les llengües del món". Un amigo vallisoletano, que ahora trabaja en Barcelona corrigiendo un diccionario de catalán y está escribiendo una novela en esta lengua, comenta que sus compañeros de posgrado, durante una investigación sobre el número de idiomas que se hablaban en la Ciudad Condal hace unos años, descubrieron a dos hablantes de arameo -lengua que se creía extinta- en una panadería árabe del Raval.
En un sábado cualquiera de marzo, los chinos venden bisutería, los paquistaníes regentan tiendas de comida en las que consigues el té inglés que mi amiga británica solía traer en la maleta para curar sus ataques de nostalgia, los indios te ofertan relojes y móviles en la Barceloneta, un grupo de músicos africanos afincados en Barcelona se sacan fotos en la orilla del mar, los barceloneses inventan el diseño y los argentinos se vuelven barceloneses.
Durante esa misma mañana, el Gobierno francés promociona el turismo en la Plaça de la Universitat, a la salida del metro un chico con aspecto de gigoló farfulla en el único español que conoce "¿Casa Batlló?", un argentino canta tangos en la abarrotada Plaça de la Catedral, cuatro guías turísticos describen en cuatro idiomas distintos la arquitectura de la catedral y un alemán, en la Plaça de Sant Felip Neri, detalla a lo largo de una hora, no sólo que los huecos en las piedras fueron causados por las balas que fusilaban a los republicanos, sino también varias epopeyas de la Guerra civil española.
¿Es la Gran Manzana a orillas del Mediterráneo? ¿O una fabulosa Torre de Babel en la que decenas de universos dispares conviven y, a ratos, entremezclan alegremente los cuerpos?
Es una ciudad de las de ahora. En la que ójala quepamos todos.
ResponderEliminarCiao y un beso.