Pablo Giorgelli (Argentina-España, 2011)
Tenía ganas de ver esta película. En el resumen se decía que trataba de un camionero que debía transportar a una mujer y su bebé desde Paraguay hasta Buenos Aires: unos 1500 km de carretera por delante. Como viví cinco años en la Argentina y viajé por el país de cabo a rabo a lomos de un autobús tras otro, sé que las carreteras, los paisajes y la cultura argentinas dan para deleitarse un rato largo.
Sin embargo, no hubo nada de eso en esta historia. En realidad, como dijo un compañero del cine club, apenas llega a ser una anécdota, que ni siquiera es remotamente interesante, añado yo, por lo manida y estereotipada. Algo así como el típico chico conoce a chica pero dentro de la cabina de un camión.
El camionero, como cabe esperar, es un hombre solitario, bastante hosco, pero de corazón bondadoso (se supone; a mí me pareció lo normal en un ser humano). No quiere llevar a la mujer con él y, en una parada en el camino para dar el biberón al bebé, piensa en comprarles un billete para librarse de ellas, pero el bebé —lo mejor de la película— termina ablandándolo, como era de esperar. Así que le pregunta un par de cosas a la mujer y averigua que el bebé no tiene padre y que la mujer emigra a Buenos Aires en busca de trabajo. En un momento dado, cuando se supone que estaba tan cansado que se dormía al volante, ve a la mujer llorando a escondidas y se da cuenta de que también ella tiene sus penas (como toda persona adulta, diría yo). Sigue una escena de celos muy forzada y más monería por parte del bebé. ¿Cómo cabe esperar que termine la película? Pues exactamente como terminó: él quiere volver a verla y ella acepta.
Nada nuevo bajo el sol; totalmente predecible desde el primer minuto. Y ni siquiera nos dejó disfrutar del grandioso paisaje argentino...
¡Pues vaya! procuraré acordarme para no perder tiempo.
ResponderEliminarBesitos
Como dice el refrán: "Nada es verdad ni mentira...." Efectivamente los hechos y situaciones en los que se apoya esta película son los que narras, apenas unos momentos simples y "vulgares" de dos vidas en los que aparentemente no pasa nada. Pero narrar cinematograficamente o literariamente la sencillez de dos mundos que se encuentran por azar tan cerca uno del otro y las fuerzas que se desencadenan es muy complicado y Giorgelli consigue que seamos testigos privilegiados de ese encuentro de esas oportunidades que pasan fugazmente en la vida muy escasamente y que dejarlas pasar o aprovecharlas supone una lucha interior donde la palabra no tiene mucho sentido y el alma sale por la mirada, ansiosa de compartir con otro ser humano el resto del corto camino y el bálsamo de las heridas. Es cierto, no hay paisajes argentinos, hay otro tipo de paisajes mucho más infinitos desolados y bellos tan interiores que nos cuesta mucho compartirlos. En realidad la esencia de los seres humanos es muy simple, tan simple como esta película. Entre los antiguos la Acacia dicen que tenía propiedades curativa y ahuyentaba la mala suerte. Los dioses del azar o el destino quieren que el camión donde viajan lleve un cargamento sacrificado de ellas.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, que ilumina y da sentido a la historia que vemos en esta película, así como al título, al que no le encontraba justificación.
EliminarEsto es lo bello de la palabra, que permite compartir miradas diferentes.