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Desplegaremos las alas

y el barco zarpará,

indomable, certero,

por rumbos que no son

de ningún mapa.

Y, cuando el mar se nos agote,

fraguaré una brújula de oro

que apunte siempre hacia mi Dios,

cabalgaré en vientos que aún no existen,

miraré los mundos que aún no son.

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