Ir al contenido principal

La correctora

Acabo de crear un nuevo blog dedicado a la corrección de textos o, dicho de otra forma, a la forma de escribir correctamente. Aunque también hablaré de la traducción, de la revisión de traducciones y de las diferencias entre el español de los distintos países hispanohablantes, recopilaré recursos, publicaré entrevistas, incluiré alguna noticia y propondré algunos temas más que se me vayan ocurriendo por el camino.

Me gustaría que fuera un blog interactivo. Con esto quiero decir que, si alguien tiene una duda lingüística o le gustaría que publicara una entrada sobre un tema específico, puede proponérmelo enviando un correo electrónico a chgtraducciones@gmail.com o escribiendo un comentario.

La dirección es http://estacorrectora.blogspot.com/.

Espero que os guste.

Comentarios

  1. Ay, amiga Carmen, creo que ese blog se ha creado especialmente para mí. Desde luego que me apunto la dirección. Sabes, precisamente hace unos días contraté un corrector ortográfico para mi último manuscrito. Creo que ha sido un gran acierto.
    Te visitaré, allí y aquí.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Si llego a saberlo antes, te ofrezco mis servicios como correctora, que sería un verdadero placer aunar la profesión con el deleite de leer tus libros.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Visitas

Entradas más visitadas

Entrevista a Mercedes Pinto Maldonado

Mercedes Pinto Maldonado Nací bajo las faldas de Sierra Nevada (Granada) hace ya la friolera de cincuenta años. Allí crecí, me enamoré, me casé, nacieron mis tres hijos y terminé mis estudios. Exactamente por ese orden. Hace veinte años que, por cuestiones laborales de mi marido, vivo en Málaga, en Alhaurín de la Torre, un lugar muy tranquilo que invita a escribir. No, no vivo de mis libros, ¡qué más quisiera yo!; con lo que he ganado hasta ahora no hubiese podido sobrevivir, pero estoy en ello. Tampoco tengo otro trabajo, así que disfruto de mucho tiempo para escribir: dedico prácticamente toda la mañana. Las tardes las reservo para la familia. Aunque no me decidí a publicar hasta hace diez años, la idea de escribir un libro ha estado en mí desde que era muy joven y de hecho lo intenté, aunque no quiero contarte el resultado. Fue una novela juvenil, en la que yo misma hice las ilustraciones. De la historia en sí misma estoy contenta, aunque ahora me doy cuenta de que me pr

Svetta Moshtar (4)

Lo más llamativo de Bruno es la combinación de altura y delgadez extremas. Visto desde la perspectiva de una niña de un metro veinte, viene a ser algo así como un gigante enjuto ataviado con unos largos pantalones a cuadros, anchos y rotos, y una camisa descolorida que, no importa la talla, siempre le quedará grande. Ante la mirada mitad ausente y mitad rabiosa de la niña, Bruno se preguntó si quizás había cambiado tanto; si la barba de varias semanas o el pelo largo impedirían reconocerlo; si el polvo gris de las ciudades bombardeadas se habría incrustado tanto en las arrugas de la cara y las uñas como para haberlo convertido en otro rostro. La niña, de hecho, no lo reconoció. La luz del sol, que se levantaba justo por detrás del recién llegado, le impedía ver algo más que una sombra larga y arrugada sosteniendo una bicicleta entre las manos. Si Bruno hubiera tenido el tamaño de una persona común, lo hubiera increpado con desprecio, pero la extravagancia de la silueta le provocó u

Las noches del silencio

Soledad es una mulata silenciosa y de andar lento que tiene la piel amarronada aunque sin brillo. Camina a pasitos cortos con las dos piernas muy juntas y, como todo en ella, tiene los pies pequeños y blandos. Mueve los brazos con parsimonia al abrir las ventanas de par en par cada mañana; con cautela, estira el cuello y asoma la cabeza que suele llevar escondida entre los hombros. Los labios finos, los ojos entrecerrados y la nariz como un poroto que intenta abrirse para capturar los perfumes de las mañanas frescas del ecuador del planeta. Sin un estremecimiento visible ni dejar una huella en el entorno, Soledad se deleita a bocanadas como quien se sumerge en la luz lechosa del mediodía. Hoy es un día más en su casa, que habitan tres niños, todos varones, un padre y dos abuelos, el materno y el paterno. Las gallinas en el corral, los pollos también, y la cacatúa, en el salón, junto a la silla de mimbre que los dos abuelos se disputan cuando el padre, su verdadero dueño, se marcha a