Una niña coja llegó a un país extraño en el que se hablaba un idioma diferente. Aterrizó en una ciudad grande y la niña, entusiasmada, se puso a caminar. Pero, puesto que sólo tenía una pierna y su pie estaba más acostumbrado a la tierra que al asfalto, se cansaba enseguida. Pasaron los días y la niña estaba cada vez más cansada y entristecida. Si seguía así, no podría salir nunca del centro de la ciudad y caminar por los barrios, barriadas y suburbios que ella tanto ansiaba conocer. Así que decidió hacer uso de la amplia oferta de líneas de colectivos que surcaban raudos la ciudad de extremo a extremo, uniendo en su recorrido barrios que de otro modo serían totalmente irreconciliables. La niña se acercó a la parada del colectivo más cercana y se sentó a esperar. A los pocos minutos, aparecieron tres colectivos en el horizonte que se acercaban furiosos a la pequeña mano que la niña coja agitaba en el viento para llamar su atención. Uno a uno, los colectivos aminoraron el paso jus...
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