Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de octubre, 2005

Terceras minicrónicas desde Puerto Madryn

Esta vez no tengo nada emocionante que contarles, pero quería enviarles un recordatorio antes de proseguir viaje hacia Ushuaia, la mítica ciudad más austral del planeta. Lo último que saben de mí es que iba rumbo a las cataratas del Iguazú, efectivamente tan impresionantes como todos suponemos. (¿Saben que hay un pájaro que vive justo debajo del torrente de agua de la Garganta del Diablo, la más espectacular de las caídas de agua? El vencejo se pasea entre la espuma y los torrentes como si estuviera recorriendo los tranquilos campos de Castilla. Insólito.) Tras ver las cataratas salí pitando de allí porque, tras el enamoramiento de las áridas tierras del norte, la exuberancia tropical de Iguazú me exasperaba bastante. De allá, volví a Corrientes a visitar a los padres de Silvana, que me recibieron con abrazos y me llevaron al campo a comer asado. Y no, no se crean que es lo mismo ir al campo acá que en España; acá te puedes encontrar un cocodrilo paseándose por tus tierras... De

Segunda entrega desde el norte

Salta la Linda, la llaman. La ciudad en la que me encuentro ahora; haciendo tiempo para subirme mañana al autobús que me llevará a Corrientes (14 horas de viaje), y de allí a las Cataratas de Iguazú. De los 4.000 metros de altitud en los que he vivido durante los últimos quince días a las tremendas corrientes de agua que parecen caer hasta las entrañas de la tierra. Este correo quiere ser, en realidad, una oda a Iruya. Ustedes ya saben que estaba fascinada con Iruya, que un martes en Buenos Aires me hice el propósito de intentar estar el fin de semana en Iruya. No sabía si lo podría conseguir. No sabía si era posible. (No se imaginan la de colectivos a los que he subido y de los que me he bajado; paisajes que sólo he podido tocar con la retina; gentes que se han sentado a mi lado y me han mirado, hablado, contado; su olor de aldea perdida entre los cerros mezclándose con la piel de mi brazo mientras el colectivo nos bambolea a todos por igual,...). Pero no sé por qué extraña razón qu

Visitas