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Mostrando entradas de enero, 2006

Barcelona ajena

¿Por qué ya no puedo disfrutar de Barcelona? Salgo a la calle y me incorporo a la luz, las palmeras, la actividad ordenada y fluida de una ciudad que huele a urbanismo sin convertirse en mastodonte de unos cuantos millones de habitantes. Sigue siendo una ciudad bonita. Las callejuelas del Gótico siguen ahí. La calle Hospital, con sus implacables miradas árabes, sigue apostada en las mismas esquinas que hace dos años. Hoy no reconozco las caras, ni ellos están ya acostumbrados a mi presencia, pero sé que en algún rincón, en cualquier momento, aparecerán los rostros con los que antes me cruzaba. ¿O es que todo ha cambiado tanto incluso para ellos, los inamovibles árabes que día tras día y noche tras noche observan su vida como si el tiempo fuera un té que se saborea largamente? Hubo noches, muchas noches, en que disfruté paseando por las oscuridad apelmazada de la calle Escudellers. Hubo mañanas y muchos atardeceres en que me extasié sintiéndome parte de la plaza Reial. Hubo instante

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