Manuel Martín Cuenca (España, 2011) Esta es una película que disgustará a muchos, pero es realmente valiente y muy personal. Valiente porque se aparta por completo de lo que el público general, incluso parte del "entendido", espera encontrar en una película. No tiene banda sonora, o mejor dicho, tiene una banda sonora muy peculiar: el sonido de la vida misma que rodea al protagonista, un vigilante que pasa el día solo custodiando una salina abandonada en Almería. Pero la soledad, a veces, tiene mucho ruido, como el del viento que sopla en el vacío de la salina y arremete contra el metal de las máquinas oxidadas, como el de los recuerdos indecibles del protagonista que calla y calla y calla... por una poderosa razón que el director nos desvela justo al final. La película, según nos cuentan, está hecha en cinemascope para subrayar esa sensación de inmensidad vacía en la que vive el personaje principal. Y la cámara no sólo se preocupa por dar cuenta de una fotogra...
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